A cinco años de su adiós, el mundo del fútbol aún extraña a Diego Armando Maradona
A cinco años de su partida, el vacío que dejó Diego Armando Maradona sigue sin poder llenarse — ni en las canchas, ni en la memoria colectiva del fútbol mundial.
El hombre que convirtió el balón en un milagro
El 25 de noviembre de 2020 quedó marcado como un día que paralizó al fútbol. Ese día, Diego Armando Maradona dejó este mundo y, con él, se fue un vínculo irrepetible entre un jugador y una pelota. Lo que el fútbol perdió no fue solamente a un ícono, sino al símbolo máximo de lo que significa tratar al balón con afecto, creatividad y devoción.
Mientras para la mayoría el balón es un instrumento, para Maradona fue parte de su propio cuerpo. Él no dominaba la pelota: la acariciaba, la obedecía, la elevaba a un plano casi espiritual. Su relación con el juego iba más allá de sistemas tácticos, intereses comerciales o exposición mediática. Era instinto puro y esa emoción eterna es lo que lo sigue separando del resto.
Un genio que el mundo no supo cuidar
Con el balón, Maradona logró escapar de Villa Fiorito, ascender socialmente y convertirse en un dios del fútbol en Nápoles y en Argentina. Pero lejos del césped, también cargó con demonios personales, fama asfixiante y un sistema deportivo que lo explotó hasta el agotamiento.
Su vida transitó entre lo sublime y lo trágico:
– el adiós amargo al Napoli,
– el doping que lo expulsó del Mundial en Estados Unidos 1994,
– los excesos y adicciones,
– la presión imposible de un amor popular que no le permitía respirar.
Su muerte a los 60 años sigue siendo una herida abierta, con causas médicas, legales y emocionales que aún se debaten y se investigan.
Un legado que no muere
Hoy, cinco años después, Maradona vive en miles de rincones distintos:
– en el Estadio Diego Armando Maradona de Napoli,
– en los títulos recientes del club italiano celebrados con su espíritu presente,
– en murales que llenan barrios en Buenos Aires, Napoli, México, India y más,
– en documentales y series que cuentan su historia,
– y en cada búsqueda en internet con el simple: “Los mejores goles de Maradona”.
Cada clic que reproduce sus gambetas, cada niño que lo ve por primera vez, cada adulto que revive esa magia, lo trae de vuelta.
Los que lo vieron, vieron lo imposible
El fútbol cambia, se vuelve más físico, más analítico, más tecnológico. Pero hay algo que no puede ser reemplazado: haber visto a Maradona tomar un balón como un mensaje divino y transformarlo en arte.
Quien lo vio, lo sabe.
Quien lo vio, lo siente.
Quien lo vio, puede decir con orgullo: “Yo vi a Maradona.”
Porque todo puede discutirse — excepto eso.
Diego permanece. Diego sigue. Diego es eterno.










