El 22 de septiembre quedó marcado como la noche en la que Ousmane Dembélé alcanzó la cima del fútbol mundial. Pero lo que más ha sorprendido en Europa no fue solo su coronación como mejor jugador del planeta, sino la naturalidad con la que el atacante del PSG vivió el proceso. Sin nervios, sin dudas… y con la certeza absoluta de que el Balón de Oro ya tenía dueño antes de que se abriera el sobre.

En una entrevista con GQ, el francés confesó que nunca sintió presión en los días previos a la gala organizada por France Football. Más aún, aseguró que desde semanas atrás tenía claro que el premio sería suyo.

“No reflexioné nada porque sabía que iba a ganar”, afirmó con una honestidad que ha generado todo tipo de reacciones en el continente.

El momento en el que se creyó el Balón de Oro

Dembélé reconoció que hubo un punto de inflexión que lo convenció totalmente: la Supercopa de Europa del 13 de agosto, cuando el PSG se impuso al Tottenham en la tanda de penaltis. Aquella noche, la primera gran final de la temporada, fue para él la confirmación de que su año había sido especial y decisivo.

A partir de ese triunfo, la confianza del extremo se disparó. Sentía que el Balón de Oro era una consecuencia lógica de su temporada y de su influencia en el club parisino.

Una gala vivida con calma… hasta el último minuto

El jugador también relató cómo vivió el día de la ceremonia. Junto a sus compañeros João Neves y Désiré Doué, Dembélé llegó al evento incluso viendo el partido PSG–OM, disputado en simultáneo.

Según contó, su tranquilidad era total:
“Estábamos bastante concentrados en el partido. Incluso en la alfombra roja me mantuve calmado.”

Sin embargo, la serenidad se quebró ligeramente cuando arrancó la gala. Con las cámaras encendidas y los focos encima, el atacante admitió haber sentido un pequeño temblor:
“Solo cuando empezó la ceremonia comencé a sentir un poco la presión. Estaba algo estresado.”

Una confesión que marca tendencia

La manera directa en la que Dembélé ha contado su experiencia —seguro del premio, competitivo y sin caer en discursos tradicionales— ha generado debate en toda Europa. Para algunos, muestra una confianza total en su rendimiento; para otros, un ejemplo de la mentalidad que lo ha llevado a ser campeón y a dominar la temporada.

Lo cierto es que, hoy por hoy, Dembélé se mueve con la tranquilidad de quien ya conquistó el trofeo más prestigioso del fútbol individual… y que siente que no será el último.