Un entrenamiento convertido en espectáculo mundial

Lo que debía ser una simple sesión previa al amistoso en Angola terminó transformándose en un auténtico fenómeno social. La Selección Argentina, liderada por Lionel Messi, realizó un entrenamiento abierto en el Martínez Valero, y Elche respondió con una imagen inolvidable: 20,085 espectadores llenando el estadio como si fuera un partido oficial.

El club ilicitano preparó una recepción digna de un campeón del mundo, y desde horas antes del inicio, los accesos al recinto estaban colapsados. Banderas albicelestes, cánticos y miles de camisetas de Argentina anticipaban una jornada que ya se respiraba histórica.

Una fiesta argentina en territorio español

La atmósfera fue una extensión de lo vivido en Qatar 2022. En los videomarcadores ondeó la bandera argentina, mientras en la grada de preferencia se desplegó una gigantesca pancarta con el lema “Coronados de gloria vivamos”, acompañada por imágenes de Maradona, Messi y la selección campeona.

La música también jugó su papel: desde los parlantes sonó Muchachos, himno de facto del último Mundial, y la respuesta de la gente fue inmediata. Cuando Argentina saltó al campo bajo las notas del himno nacional, el estadio entero lo coreó como si se tratara del Monumental en una final.

Messi, el epicentro del delirio en Elche

Cada gesto de Messi desató una reacción. Su saludo a la grada provocó una ola de cánticos ensordecedores, y cada balón que tocaba se celebraba como una obra de arte.

El momento más viral surgió cuando el club le entregó una camiseta del Elche con su nombre y el número 10. La reacción del argentino —manos a la cabeza y sonrisa incrédula— recorrió el mundo y alimentó aún más el ambiente de euforia.

Una jornada para la historia del Martínez Valero

El operativo fue digno de un partido de LaLiga, con seguridad reforzada para evitar invasiones al césped. Aun así, la pasión superó cualquier previsión. El estadio abrió todas sus gradas —excepto la tribuna reservada al club— e incluso permitió el acceso a cientos de aficionados que se habían quedado sin entrada.

En la cancha, la ovación más grande llegó cuando Messi marcó en un ejercicio de finalización. En las gradas, camisetas de Newell’s, Boca, Barcelona e Inter Miami convivieron como prueba de la globalidad del ídolo.

Elche vivió una tarde que parecía imposible: una Argentina desbordada de cariño, un Messi emocionado y un estadio que rugió como una final. Un entrenamiento… que fue mucho más que un entrenamiento.