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El Allianz todavía no se ha repuesto del sobresalto ni de la tensión de la ronda de octavos. La épica victoria del Bayern en la prórroga ante la Juventus permite a los bávaros continuar en un torneo que parecía que se escapaba por tercera vez consecutiva en la era Pep Guardiola.

En la Champions hay pocas concesiones a la tranquilidad. Tras el campeón italiano aparece en el calendario el Benfica, quien al igual que los bávaros comanda su liga con cinco puntos sobre su perseguidor, el Sporting Portugal.

Será la tercera vez en la historia de la máxima competición continental en la que se enfrenten muniqueses y lisboetas. En todas ellas fue el Bayern el equipo que logró la clasificación.

Curiosamente, en dos de aquellas tres veces en las que los alemanes vencieron a los benfiquistas, el Bayern acabó en la final. Un precedente al que se agarran en Baviera para sacudirse el susto de la eliminatoria previa y así cumplir un objetivo que casi se ha vuelto una obligación.

Por otro lado, para el Benfica sería un sueño acceder a las semifinales, una fase del campeonato que no pisa desde 1990, cuando todavía se denominaba como Copa de Europa. Un ilusionante recuerdo que ha vuelto con fuerza a la entidad encarnada.