Ousmane Dembélé ha firmado una temporada de ensueño. El extremo francés, tantas veces cuestionado por su irregularidad o su falta de continuidad, ha encontrado en París el escenario perfecto para consagrarse. Tras conquistar la Champions League con el Paris Saint-Germain, el jugador nacido en Vernon apunta ahora al premio individual más codiciado: el Balón de Oro.

No es exageración. Los números y los títulos lo avalan. Dembélé ha disputado 49 partidos, anotado 33 goles y repartido 15 asistencias en una campaña que ya es histórica tanto para él como para su club. El PSG, propiedad del fondo catarí, ha logrado su primer triplete: Ligue 1, Copa de Francia y Champions League, además de añadir la Supercopa a sus vitrinas. Cuatro títulos que colocan al equipo en la élite europea… y a Dembélé en la conversación más exclusiva del fútbol mundial.

Brilló en la final de la Champions

La final ante el Inter de Milán en Múnich fue la guinda del pastel. Aunque no fue su actuación más deslumbrante, Dembélé cumplió con creces: dio dos asistencias, presionó alto, generó peligro constante desde ambas bandas y mostró una madurez táctica que en otros tiempos se le achacaba no tener. Desde la izquierda, envió un centro milimétrico para el gol de Doué; antes, ya había participado en el tanto de Hakimi. Incluso dejó una asistencia con la planta del pie en la jugada del tercer gol. Participación directa y decisiva.

El futbolista formado en Rennes y con paso desigual por el Barça ha alcanzado un nivel de regularidad que antes parecía inalcanzable. Luis Enrique ha sabido leerle, ubicarle y sacarle el máximo rendimiento. En su rol de falso nueve o extremo liberado, Dembélé ha sido desequilibrante, generoso en el esfuerzo y comprometido con la causa.

El Balón de Oro, en el horizonte

Con semejante rendimiento colectivo e individual, el nombre de Ousmane Dembélé ya figura entre los favoritos al Balón de Oro 2025. No lo tendrá fácil: la competencia es feroz y aparece un nombre que también está haciendo historia, el de Lamine Yamal, quien con solo 17 años ha dejado huella en el FC Barcelona y también sueña en grande.

Ambos se verán las caras en la semifinal de la UEFA Nations League entre Francia y España, un duelo directo que podría inclinar la balanza en la votación. Y aún queda más por disputar: el Mundial de Clubes en Estados Unidos será otro escaparate donde Dembélé puede seguir sumando puntos de cara a la elección.

De cuestionado a imprescindible

La historia reciente de Dembélé es un ejemplo de resurgimiento. De ser un jugador etiquetado como frágil e indescifrable, ha pasado a ser una pieza imprescindible en uno de los equipos más potentes del planeta. Y lo ha hecho sin perder su esencia: desborde, velocidad, imaginación. Pero ahora, con madurez, criterio y liderazgo.

En Múnich, el PSG alcanzó la cima de Europa. Y con él, Dembélé dio un paso firme hacia su consagración total. Porque no se gana la Champions todos los días… y no se entra en la carrera por el Balón de Oro por casualidad.

El fútbol, muchas veces, da segundas oportunidades. Y Ousmane, por fin, ha sabido aprovechar la suya.