Un líder desde fuera del campo

En el Clásico del Bernabéu, Raphinha no jugó ni estuvo convocado por lesión, pero su presencia fue tan determinante como la de cualquiera dentro del césped. El extremo brasileño, que arrastra un problema muscular, decidió acompañar al equipo desde el primer momento: se presentó en el vestuario antes del viaje, compartió palabras con sus compañeros y dejó claro que el compromiso no depende de estar en la alineación.

Con la marcha de Iñigo Martínez, el Barça se había quedado sin una figura clara de liderazgo. Pero Raphinha, sin necesidad de brazalete, asumió el rol de capitán con gestos que hablan más que mil palabras.

El gesto que marca diferencia

Durante el partido, se le vio en el banquillo del Santiago Bernabéu, apoyando, alentando y, tras el pitazo final, interviniendo cuando se desató la tensión entre jugadores de ambos equipos. No dudó en separar a los suyos, calmar los ánimos y encarar a quienes increpaban a los futbolistas azulgranas.

Pero su papel no terminó allí. En el vestuario, ya con la derrota asumida, Raphinha tomó la palabra y ofreció una charla a sus compañeros. No fue un discurso vacío: fue un recordatorio del orgullo y la unión que deben mantener incluso en los momentos más duros.

Capitán sin cinta, pero con carácter

Con apenas un año en el club, el ex del Leeds United se ha convertido en una de las voces más respetadas del vestuario. Su actitud en el Clásico confirmó lo que muchos dentro del club ya piensan: que Raphinha no solo aporta en el campo, sino también en la construcción del grupo.

En tiempos en los que el Barça busca referentes, su figura emerge como un símbolo de entrega y compromiso. Estando lesionado, Raphinha lideró sin jugar. Y a veces, eso vale mucho más que un gol.