La noche en el Chase Stadium fue para la historia: Inter Miami se coronó campeón al vencer 3-1 a Vancouver Whitecaps, en un partido cargado de emoción, estrategias y momentos clave. Desde el pitazo inicial hasta el silbatazo final, cada gol, cada jugada y cada decisión fueron definitorios.

Gol tempranero y dominio inicial

El marcador se abrió muy pronto, con un desafortunado autogol del defensor de Vancouver, tras un centro venenoso que descolocó a la defensa visitante. Con ese error y el impulso del público local, Inter Miami se adueñó del control, manejando la posesión y generando varias oportunidades claras de peligro.

Ese tanto abrió la pizarra de la final y puso a los de Florida en ventaja desde el inicio — un golpe psicológico importante para el rival.

Reacción canadiense y definición norteamericana

Pese al golpe, los Vancouver Whitecaps no se entregaron. En la segunda mitad, lograron emparejar el marcador con un tanto de Ali Ahmed, quien aprovechó un rebote en el área para vencer al arquero local. El empate 1-1 inyectó tensión al clima del partido, y dejó claro que la Copa aún estaba abierta. 

Sin embargo, la experiencia de los Herons —con figuras como Lionel Messi— terminó pesando. En el minuto 71, tras una recuperación de balón, Rodrigo De Paul definió con frialdad y devolvió la ventaja al local. Ya en el tiempo añadido, cuando los nervios pesaban sobre Vancouver, Tadeo Allende selló la victoria con una definición certera, tras una asistencia magistral de Messi. Con ese 3-1, Inter Miami cerró la final con autoridad.

Qué significa el triunfo: gloria, historia y cierre de etapa

Con este triunfo, Inter Miami levanta por primera vez la MLS Cup, coronando una temporada marcada por grandes expectativas, presión mediática y el deseo de consolidar su proyecto. El título representa una reivindicación para el club y una confirmación de que sus apuestas ofensivas, ambiciosas, pueden dar frutos.

Todos los goles