Un fichaje gigante que empezó cuesta arriba

La llegada de Alexander Isak al Liverpool fue uno de los temas más intensos del último mercado. Tras semanas de tensión, ofertas rechazadas y la insistencia del delantero por dejar al Newcastle United, el club de Anfield acabó pagando cerca de 150 millones de euros, convirtiéndolo en el fichaje más caro de la Premier League.

Una operación de tal magnitud exige impacto inmediato, pero nada ha salido como se esperaba. El equipo no funciona como en temporadas anteriores, varias salidas clave han dejado vacíos difíciles de reemplazar y Arne Slot aún no ha encontrado un esquema que potencie al sueco. Para empeorar el panorama, Isak no realizó pretemporada, lo que lo obligó a subirse a un tren en marcha y a ritmo frenético. Todo esto, sumado a un problema muscular reciente y a las amenazas que le han llevado a contratar seguridad extra, lo han colocado bajo un foco implacable.

Un regreso frustrante y un récord para olvidar

Tras más de un mes fuera por molestias en el aductor, Isak volvió en el doloroso 0-3 ante el Nottingham Forest, donde su actuación encendió todas las alarmas. Solo tocó el balón 15 veces, con apenas dos apariciones en el área rival y un único disparo desviado. No completó regates, acertó solo 6 de 8 pases y perdió los siete duelos individuales que disputó. Fue sustituido al minuto 68, y la prensa inglesa asegura que Slot le hizo un favor al retirarlo.

El dato más duro: Isak es el primer jugador en la historia del Liverpool que pierde sus cuatro primeros partidos como titular. Y con 0 goles en 5 encuentros de Premier, está lejísimos de los 23 goles en 34 partidos que impulsaron su fichaje.

El reto de rehacerse en medio de la tormenta

Pese a la crisis, Isak ha demostrado en su carrera que suele crecer con el tiempo. Tanto en la Real Sociedad como en el Newcastle, sus segundos años duplicaron los números del primero. En Liverpool esperan que la historia se repita, pero la presión del precio, las críticas y el mal momento colectivo complican el escenario.

El sueco necesita recuperar ritmo, confianza y adaptarse al sistema de Slot. El talento está ahí, pero el reloj corre… y Anfield no suele tener paciencia.