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Escándalo en el Clásico: Frenkie De Jong defiende a Lamine Yamal y lanza dardo al Real Madrid
Frenkie de Jong rompió el silencio tras la derrota del Barcelona en el Clásico. El neerlandés criticó duramente a los jugadores del Real Madrid por provocar a Lamine Yamal, en un cierre de partido cargado de tensión, polémica y orgullo herido.
De Jong explota tras el Clásico: “Lo que hicieron con Lamine fue exagerado”
El Clásico dejó mucho más que goles y polémicas arbitrales. Mientras Real Madrid celebraba su victoria 2-1 sobre el Barcelona, en el bando culé reinaban la frustración y las recriminaciones. El más contundente fue Frenkie de Jong, quien no solo lamentó el resultado, sino que cuestionó el comportamiento de los jugadores merengues tras el silbatazo final.
“Cuando el árbitro pitó el final, varios jugadores del Real Madrid fueron directo a buscar a Lamine. Fue exagerado”, declaró en conferencia de prensa. El neerlandés apuntó directamente a Dani Carvajal, protagonista del tenso cruce con el joven de 18 años.
“Si Carvajal quería hablar con él, podía hacerlo en privado. Hacer gestos en el campo solo alimenta el fuego. Lamine no dijo que el Madrid roba, eso nunca lo escuché”, añadió De Jong, visiblemente molesto por el trato hacia su compañero.
El incidente se produjo después de que Yamal fuera abucheado durante todo el partido en el Santiago Bernabéu, como consecuencia de sus declaraciones en la Kings League, donde insinuó con humor que el Real Madrid “se queja mucho de los árbitros”. Una broma que, para muchos, terminó influyendo en el ambiente hostil vivido en el estadio.
Un Clásico caliente dentro y fuera del campo
El duelo entre Madrid y Barcelona tuvo todos los ingredientes de una batalla emocional: ritmo, tensión, y decisiones arbitrales polémicas. El Bernabéu fue una caldera, especialmente cada vez que Yamal tocaba el balón.
El joven extremo, aún recuperándose de una lesión, no logró brillar como en otras ocasiones, aunque su sola presencia generó peligro. El asistente técnico culé, Marcus Sorg, reconoció que el entorno lo afectó: “Es joven, tiene que aprender a lidiar con la presión. No es fácil jugar cuando te silban cada toque”.
Del otro lado, Aurélien Tchouaméni admitió que los comentarios de Lamine sirvieron como motivación: “Nos dieron un extra. No hay mala intención, pero esas cosas te encienden”.
El partido, tenso de principio a fin, terminó con empujones, miradas desafiantes y una sensación de que el Clásico ha recuperado su vieja intensidad, esa que mezcla orgullo, historia y rivalidad pura.
Yamal, en el ojo del huracán
Apenas tiene 18 años, pero Lamine Yamal ya sabe lo que significa ser el centro de una tormenta mediática. Desde su irrupción en el primer equipo del Barcelona, cada gesto y palabra suya se analizan con lupa. En este Clásico, el joven atacante fue el blanco perfecto para la presión rival y el público madridista.
Su frialdad para encarar, incluso ante un estadio entero en su contra, mostró madurez, aunque la falta de espacios y el desgaste emocional le pasaron factura. “Es un gran profesional, sabe lo que hace”, aseguró Ronald Araujo, quien defendió a su compañero ante los medios.
El uruguayo también lamentó el resultado, pero pidió calma: “Estamos tristes, pero hay que seguir. Queda mucha temporada y confianza en el trabajo que hacemos”.
Más que un partido: entre el orgullo y la rivalidad
El Clásico volvió a mostrar que, más allá de los goles, lo que se juega es prestigio, respeto y narrativa. Para el Barcelona, esta derrota duele no solo por el marcador, sino por el ambiente hostil que envolvió a uno de sus mayores talentos. Para el Real Madrid, en cambio, representa una victoria simbólica: cortar la racha de derrotas y reafirmar su dominio en la cima de LaLiga.
De Jong lo resumió con claridad: “No se trata solo de fútbol, también de respeto”. Y aunque el resultado ya está escrito, las secuelas emocionales del Clásico seguirán marcando las próximas semanas.
La polémica entre Carvajal y Yamal es apenas el último capítulo de una rivalidad que nunca deja indiferente a nadie. En el Bernabéu, el rugido fue blanco, pero el eco de la polémica se escuchará por mucho tiempo.




























