Un logro que redefine los límites

El fútbol mundial acaba de presenciar un hito irrepetible: Curazao se convirtió en la nación más pequeña en clasificar a una Copa del Mundo. Con apenas 156,115 habitantes, según su Oficina Central de Estadística, la isla caribeña rompió un récord que pertenecía a Islandia, cuya presencia en Rusia 2018 había sido vista como la máxima hazaña demográfica del deporte.

La clasificación llegó tras un empate 0-0 en Kingston, un resultado que confirmó a Curazao como única selección invicta del torneo y líder del Grupo B con 12 puntos. Es la primera vez en su historia que disputará un Mundial, un logro que ya es motivo de celebración nacional.

La sorpresa de un país diminuto

Para dimensionar el impacto, basta recordar que muchas selecciones con infraestructura superior, inversión millonaria y poblaciones inconmensurablemente mayores se quedaron en el camino. Curazao, con un territorio que cabe varias veces dentro de una sola ciudad de América, ejecutó una eliminatoria impecable basada en orden, disciplina y una idea clara de juego.

Gran parte del mérito corresponde a la estructura deportiva que se ha ido construyendo en los últimos años, especialmente con jugadores de origen neerlandés que compiten en Europa. Ese roce competitivo ha permitido que la selección mantenga temple y precisión en partidos de alta presión.

El factor Advocaat, incluso desde la distancia

La clasificación tuvo un detalle sentimental: Dick Advocaat, el técnico de 78 años que lideró el proyecto, no pudo dirigir el partido clave debido a motivos familiares que lo obligaron a regresar a Países Bajos. Aun así, dejó el equipo encaminado tras un proceso que combinó rigor táctico con una mentalidad ganadora.

Advocaat suma esta hazaña a una carrera en la que ha dirigido a Países Bajos, Corea del Sur, Bélgica y Rusia, además de conquistar ligas en varios países. Su huella en Curazao ya es parte de la historia grande del Caribe.

Un nuevo capítulo para el fútbol caribeño

La clasificación de Curazao no solo simboliza una proeza deportiva: es un mensaje contundente para el mundo. Con planificación, identidad y valentía, incluso la nación más pequeña puede irrumpir en la élite. Y ahora, el país se prepara para vivir su primer Mundial con la ilusión más grande de su historia.