El nombre propio del pase del Real Madrid a semifinales de la Champions League es, sin duda, Antonio Rüdiger. Anotó el penal decisivo que tumbaba al vigente campeón, pero hizo mucho más que eso. 

El defensor alemán lo bordó en lo que mejor sabe hacer: defender. Y no solo cuando el Real Madrid se echó atrás para sobrevivir en el Etihad ante un City volcado que asediaba, también nos descubrió al Haaland más terrenal.

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Y no en uno, sino en dos partidos. 180 minutos en los que el delantero noruego pasó desapercibido, en gran medida gracias al buen hacer de don Antonio. De hecho, en el partido de vuelta, Haaland perdió más balones (14) de los que jugó sin error (11).

Su momento estelar llegaría en la tanda de penales, pero antes de transformar el quinto y decisivo que le daba el boleto al Real Madrid, ayudó a Lunin a atajar el lanzamiento de Kovacic.

Rüdiger y Kovacic jugaron juntos en el Chelsea y sabía por dónde iba a lanzar su penal, así que le indicó al portero ucraniano por dónde lo lanzaría. Lunin le hizo caso y atajó la pena máxima. Después llegó su gran momento y no falló. Para que luego no digan que los defensas no tienen un papel protagonista.