La etapa de Ruben Amorim en el Manchester United está bajo escrutinio mientras continúan los problemas, pero voces destacadas insisten en que la raíz va más allá del entrenador.

Contratado en noviembre pasado con grandes expectativas tras su éxito en el Sporting CP, Amorim heredó un plantel frágil con la esperanza de un cambio.

Sin embargo, una racha decepcionante ha renovado las críticas públicas, y ha surgido un mensaje claro: el United necesita “volver al fútbol básico”, un llamado a que el equipo recupere los principios y fundamentos esenciales del juego, en lugar de centrar toda la responsabilidad en el entrenador.

Este reclamo refleja la frustración de aficionados y expertos, quienes creen que se está culpando en exceso al banquillo, mientras persisten problemas de mentalidad del equipo, disciplina táctica y fundamentos en el campo. La exigencia es sencillez, unidad y un enfoque renovado en lo que hizo al club formidable.

Las dificultades de Amorim y una evaluación honesta

A pesar de contar con un currículum respetado, Amorim ha enfrentado crecientes obstáculos desde su llegada a Old Trafford. Los informes destacan una serie de malos resultados, inconsistencia táctica y problemas de moral en la plantilla, lo que ha alimentado rumores sobre su futuro a largo plazo en el club.

Aun así, la evaluación de Amorim ha sido franca: reconoce que el equipo “olvidó cómo jugar al fútbol” en momentos cruciales.

La transparencia de Amorim ha recibido tanto apoyo como escepticismo. Aunque admite que el equipo necesita “madurar mucho”, los críticos señalan que la adaptabilidad y un liderazgo claro son igualmente vitales.

Algunos incluso argumentan que la plantilla se siente más cómoda defendiendo, careciendo de las características necesarias para un juego proactivo, lo que subraya la necesidad de visión del entrenador y responsabilidad de los jugadores.

Un club en busca de identidad

El debate sobre las deficiencias del Manchester United ha generado una discusión más amplia sobre su identidad en la era post-Ferguson, con la sensación de que ningún entrenador puede solucionar problemas profundamente arraigados de la noche a la mañana.

Aunque Amorim está bajo presión, la última ola de críticas refleja un consenso creciente: redescubrir lo básico y priorizar la responsabilidad colectiva puede ser la única vía del equipo para salir de la mediocridad.