A punto de cumplir 23 años, Yerry Mina dejó el Palmeiras para cumplir su sueño de jugar en Europa vistiendo la camiseta del FC Barcelona. El club azulgrana pagó poco más de 12 millones de euros por el central colombiano, que había elegido al Barça por encima de otras ofertas, incluso del Real Madrid. “El Madrid también estaba allí, pero yo quería ir al Barcelona”, confesó en entrevista con La Gazzetta dello Sport.

Lo que no imaginaba era que el camino en Cataluña sería tan duro. “Llegué y Valverde solo me habló el primer día. Durante siete meses no me dirigió la palabra”, reveló Mina. En ese tiempo apenas disputó seis partidos oficiales, a pesar de que el equipo levantó la Liga y la Copa del Rey. Para colmo, sufrió una lesión en el pie tras una entrada en un entrenamiento con Ivan Rakitic, lo que terminó de complicar su adaptación.

Una salida inevitable

Aunque la afición blaugrana le tenía cariño, Mina sabía que necesitaba minutos y continuidad. Su salida fue cuestión de tiempo, pero también un negocio redondo para el Barça: en menos de un año lo vendió al Everton por 30 millones de euros, casi el triple de lo que había pagado. “Quería irme del Barcelona, aunque la afición me adoraba. Pero quería jugar”, explicó.

En ese momento, José Mourinho lo buscó para llevarlo al Manchester United, pero el colombiano no estaba recuperado del todo. Finalmente, Marco Silva lo convenció para fichar con el Everton, donde vivió cinco temporadas en las que llegó a ser dirigido por Carlo Ancelotti. “La Premier League es preciosa”, recordó, aunque admitió que las lesiones de varios compañeros frenaron el proyecto.

Persistencia y motivación

Hoy en día, Mina milita en el Cagliari de la Serie A y asegura que todo lo vivido lo hizo más fuerte. “Fui a muchísimas pruebas y me rechazaron: ‘Estás flaco, eres malo’. Pero persistí. Un día, mi tío me dijo: ‘Ve al Deportivo Pesto’. Y gracias a Dios lo logré. Mi motivación siempre fue ayudar a la familia”.