El gesto que lo dijo todo

Después de una semana cargada de ruido mediático, Lamine Yamal eligió el campo como su mejor respuesta. El joven de 17 años afrontó el duelo ante el Elche bajo presión, con críticas por su rendimiento y exposición mediática. Sin embargo, necesitó menos de nueve minutos para transformar el ruido en aplausos.

El gol fue una joya. Pase de Balde, control orientado con la zurda y disparo cruzado a la escuadra de Iñaki Peña. Pero lo más comentado llegó después: su celebración. Nada de coronas ni gestos de soberbia. Esta vez, el ‘10’ corrió al córner y mordió el escudo del Barça, señalándolo con el dedo mientras gritaba con rabia contenida. Un cambio que pocos esperaban y que muchos interpretaron como una declaración de fidelidad al club.

Del brillo personal al símbolo colectivo

El gesto marcó un contraste evidente con sus celebraciones anteriores. Lamine había convertido la “corona” en su sello personal, un guiño a su talento precoz y a la autoconfianza que lo caracteriza. Pero esta vez, optó por algo distinto: el escudo por encima del ego.

Para algunos, fue una respuesta directa a los comentarios de Vinicius, quien lo criticó por “dar solo pases atrás”. Para otros, un intento consciente de dejar atrás la imagen de estrella mediática para centrarse únicamente en el fútbol. Sea como sea, la escena reflejó madurez, algo que en su edad no suele abundar.

Una promesa que vuelve a rugir

El joven delantero demostró que sigue siendo el mismo talento desbordante que enamoró a Xavi Hernández y a la afición. Su confianza, velocidad y pegada volvieron a aparecer en Montjuïc, recordando que su verdadero lenguaje es el balón.

Si este cambio de gesto es simbólico o simplemente una anécdota, lo dirán sus próximos goles. Por ahora, lo cierto es que Lamine Yamal volvió a ser protagonista, no por lo que dice o publica, sino por lo que hace dentro del campo.