Un adiós con aroma a fútbol

El legado de Miguel Ángel Russo trasciende los títulos y los banquillos. El histórico entrenador argentino, fallecido el pasado 8 de octubre a los 69 años, tendrá un descanso eterno ligado a su gran amor: el fútbol. Su familia inició el recorrido de sus cenizas por los estadios de cuatro clubes donde dejó huella imborrable, empezando por La Bombonera, el templo que lo vio conquistar la Copa Libertadores 2007 con Boca Juniors.

La ceremonia, íntima pero cargada de emoción, contó con la presencia de Juan Román Riquelme, directivos y jugadores del plantel xeneize encabezados por Leandro Paredes. En el centro del campo, el mismo césped que tantas veces pisó Russo como técnico, reposan ya parte de sus restos, en el primero de varios homenajes planificados por su familia.

De Boca a Rosario, un viaje eterno

El recorrido no termina en La Bombonera. En los próximos días, las cenizas del entrenador serán esparcidas también en los estadios de Lanús, su club natal y donde logró el ascenso en los años 90; Estudiantes de La Plata, donde forjó su carrera como jugador y técnico; y Rosario Central, equipo al que dirigió en cinco etapas y con el que se coronó campeón en 2023.

Cada uno de esos lugares representa un capítulo esencial de su vida: el esfuerzo, la formación, la gloria y el regreso al hogar. Russo fue un hombre de códigos, trabajo y humildad, valores que lo convirtieron en uno de los entrenadores más respetados del fútbol argentino.

El legado de un hombre querido por todos

El 9 de octubre, miles de fanáticos se reunieron en la cancha de Boca para despedirlo. Entre los asistentes estuvieron Liam Gallagher, Tyson Fury, Wayne Rooney, y varias leyendas del boxeo y el fútbol argentino, reflejando el impacto universal de su figura.

De su mano, Boca alzó su última Libertadores, y su nombre quedó grabado junto al de los grandes. Hoy, su despedida no se da en un mausoleo, sino en los templos del fútbol donde su corazón siempre latió. Miguel Ángel Russo no se va… simplemente cambió de cancha.