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La maldición del segundo año acecha a Hansi Flick y los fantasmas reaparecen en Barcelona
Los números contradicen al mito: lejos de sufrir su “segundo año maldito”, Hansi Flick firmó una de las etapas más exitosas de la historia reciente del Bayern Múnich.
El mito del segundo año
Cuando el Sevilla todavía celebraba el cuarto tanto ante el Barcelona, comenzaron las teorías. En grupos de socios y tertulias culés se repite una frase que ha ganado fuerza: “los segundos años de Hansi Flick son malos”. La idea ha calado entre los aficionados, pero basta mirar los datos para comprobar que el argumento no se sostiene.
Flick asumió el mando del Bayern Múnich en plena temporada 2019-20, reemplazando a Niko Kovač. Ese mismo curso conquistó la Bundesliga y la Champions League, con aquel inolvidable 8-2 ante el Barça en Lisboa. Su debut fue tan demoledor que cualquier comparación posterior parecía injusta.
Un segundo año de títulos
En su segunda campaña, lejos de desplomarse, Flick levantó cuatro trofeos: la Supercopa de Europa, el Mundial de Clubes, otra Bundesliga y la Copa alemana. Cayó en cuartos de final de la Champions ante el PSG (3-3 en el global), eliminado solo por la regla del gol de visitante. En esa serie, el técnico alemán no pudo contar con Robert Lewandowski ni con Serge Gnabry, pilares de su delantera, además de sufrir la baja de Thiago Alcántara.

Aun así, su Bayern mantuvo un rendimiento dominante y un fútbol ofensivo que dejó huella. Los rivales comenzaron a descifrar su defensa adelantada, pero el estilo de Flick seguía siendo sinónimo de intensidad y eficacia.
Los números no mienten
Durante su etapa en Múnich, Flick dirigió 86 partidos con un balance impresionante: 70 victorias, 8 empates y solo 8 derrotas, alcanzando un 81 % de triunfos, la cifra más alta en los 125 años de historia del Bayern. Un registro que desmonta el mito de sus “segundos años malos”.
Hoy, al frente del Barcelona, las comparaciones reaparecen, pero la historia demuestra que Flick no se derrumba: evoluciona. Si algo enseñan sus números, es que la constancia también puede ser una forma de éxito.