La historia de unos fans de cerca: ¿Qué es River para ellos?
La pasión por River Plate no conoce fronteras. Un hincha argentino y su esposa ecuatoriana recorren Estados Unidos para seguir al equipo de sus amores, desde Seattle hasta el Rose Bowl.
Amor por los colores desde la infancia
Pato, el protagonista de esta historia, no solo lleva el escudo de River Plate en el corazón, también lo ha vivido desde la infancia. Acompañado por su padre, su amor por el club comenzó en las tribunas del Estadio Monumental y se afianzó aún más al jugar de niño en las canchas del club, aprendiendo de exjugadores. “El ritual más lindo era caminar desde la estación de tren en Núñez hasta el estadio. Lo hacíamos todos los domingos”, recuerda con emoción.
Los recuerdos no se detienen ahí. Uno de sus momentos más memorables fue viajar a Japón en 2015 para presenciar la final del Mundial de Clubes ante el Barcelona de Messi. Aunque el resultado no fue favorable, para él, vivir esa experiencia fue una muestra más de su devoción por los colores.
De Ecuador a Seattle: una historia de pasión compartida
Pero su historia no la vive solo. Su esposa, originaria de Ecuador, también ha abrazado esta pasión. “No nació siendo hincha de River, pero se enamoró de estos colores”, dice Pato entre risas. Su compromiso fue tan fuerte que decidieron celebrar su primer aniversario de casados viendo a River en Seattle. “Ella me miró raro cuando le dije que íbamos a ver un partido para celebrar, pero lo disfrutó tanto que ahora se viste más de River que yo”, confiesa.
Ambos han recorrido ciudades de Estados Unidos siguiendo al equipo. Esta vez, Pato viajó solo desde Miami hasta Los Ángeles para estar en el partido contra Monterrey en el Rose Bowl. “Tomé dos aviones en menos de 20 horas, pero vale la pena”, asegura.
Una pasión que cruza fronteras
Esta historia es solo un ejemplo del impacto que tiene el fútbol. River Plate, más allá de ser un club, representa una forma de vida, una conexión emocional que une generaciones y culturas. Para personas como Pato, ver al equipo en cualquier parte del mundo es una obligación, una tradición y, sobre todo, una expresión de amor.
En cada estadio, en cada ciudad, hay miles de historias como esta, donde el fútbol se convierte en un puente entre personas, recuerdos y países. Y como él mismo lo dice: “El amor por los colores se contagia”.