A solo meses de haber llevado a los Oklahoma City Thunder al Juego 7 de las Finales de la NBA, Indiana se encuentra ahora cerca del fondo de la liga, enterrado en los rankings de poder y cargando con la peor calificación ofensiva de la NBA. La pérdida de Haliburton, quien se rompió el tendón de Aquiles derecho en ese partido decisivo y luego fue descartado para toda la temporada 2025-26, ha privado a los Pacers de su motor ofensivo y de su brújula emocional.

Con Haliburton en la cancha la temporada pasada, Indiana jugó a un nivel ofensivo de primera categoría, con una calificación ofensiva superior a 118 y un flujo que pasaba por su manejo del pick and roll y su tiro de larga distancia. Sin él, esa eficiencia se ha desplomado, ya que los Pacers ahora luchan por generar tiros claros, mover el balón con propósito y mantener cualquier ritmo durante los cuatro cuartos.

Siakam y el resto del equipo bajo presión

La gerencia esperaba que Pascal Siakam asumiera más creación en ausencia de Haliburton, pero en cambio se le ha pedido que cargue con un rol sobreextendido en una plantilla que rara vez ha estado completa. Aaron Nesmith, Bennedict Mathurin y Andrew Nembhard han perdido tiempo significativo, y ese cuarteto central ha compartido apenas unos pocos minutos juntos, privando a Indiana de continuidad y estabilidad en las alineaciones.

La salida de Myles Turner a Milwaukee eliminó el ancla defensiva y el compañero de pick and pop que antes complementaba tan bien a Haliburton, obligando a los Pacers a experimentar con diferentes combinaciones en la pintura mientras dependían de jóvenes interiores y contratos a corto plazo. En este contexto, la insistencia de Siakam de que las lesiones no son excusa refleja un vestuario que comprende los estándares que se fijaron el año pasado, pero que actualmente carece de la estructura para alcanzarlos.

Buscando identidad sin su estrella

Lo más llamativo de los Pacers sin Haliburton no es solo la caída en victorias, sino la erosión de su identidad. El espaciamiento fluido, las acciones rápidas y el ritmo alegre que definieron su ascenso han sido reemplazados por posesiones pesadas e isolaciones con el reloj avanzado. Los entrenadores han experimentado con Nembhard como iniciador principal y se han apoyado más en las jugadas de Mathurin con balón, pero esas soluciones se asemejan más a tácticas de supervivencia que a un sistema ofensivo completamente desarrollado.

No existe un botón de simulación para avanzar rápidamente esta temporada, como han señalado los observadores locales, solo queda el trabajo de desarrollar hábitos, recuperar la salud y esperar que Haliburton regrese a algo cercano a su nivel previo a la lesión. Hasta entonces, la realidad de Indiana es dura: sin su base All-Star, una ofensiva que antes era explosiva ahora luce ordinaria y el margen de error casi ha desaparecido en una implacable Conferencia Este.