EFE
"Todo el mundo da por muerto al Real Madrid", aseguró Carlo Ancelotti tras una cuesta de enero que dejó dos derrotas y un empate, resultados que más allá de la importancia de la competición, siempre provocan seísmos en la casa blanca y pocas veces sale bien parado el técnico. El italiano, por si le hiciera falta tras ganarlo todo, reforzó su figura con decisiones acertadas antes de recuperar un duelo con solera ante Diego Simeone.
Y lo cierto es que pocos, salvo Ancelotti y el adn madridista que se hereda de generación en generación de jugadores que dan forma a la plantilla, creyeron en la resurrección perdiendo 2-0 al descanso de La Cerámica. La imagen de un equipo con bajas y en un momento bajo de forma física no invitaba al optimismo.
La mano de entrenador de 'Carletto', la entrada con frescura desde el banquillo y hambre de éxito de Dani Ceballos y Marco Asensio, el crecimiento de Eduardo Camavinga como mediocentro, cambió de golpe el panorama. Nueva remontada del Real Madrid que, desde la conquista histórica de la última Liga de Campeones, no había vuelto a exhibir. El impulso necesario para crecerse ante rivales que convertían en temible el calendario.
El Real Madrid llegaba de recibir un duro golpe de su eterno rival. Más allá de perder el título en la final de la Supercopa de España, dañó la inferioridad ante el Barcelona, la distancia entre el hambre de un equipo y otro. De golpe, en la segunda parte de los octavos de final de Copa del Rey, reapareció el carácter, la lucha hasta la última acción del partido, la fe. Un equipo que nunca se rinde, menos aún cuando lo dan por muerto.
De La Cerámica a San Mamés. Con errores detectados. Un bache superado, una crisis esquivada pero decisiones que adoptar para asentar el cambio. Y no le tembló el pulso a Ancelotti para sentar en el banquillo a dos centrocampistas que son historia del club, Luka Modric y Toni Kroos. Nadie ganó tanto como ellos en 121 años del club. El rumbo de las decisiones del técnico italiano viró hacia la meritocracia.
Ceballos se ganó con asistencias y el gol del triunfo en Copa la titularidad. Asensio mejoró a Rodrygo que le sumó un feo gesto que Carlo reprochó a ojos de todos para demostrar al brasileño que ese no era el camino. Y el Real Madrid recuperó la estabilidad defensiva que tanto añoraba. Tras ocho goles encajados en cuatro partidos, puerta a cero en San Mamés. Imagen de equipo unido en el esfuerzo, directo con balón y con pegada arriba. Un triunfo que reforzó, ante todo, al entrenador por las decisiones adoptadas.