Maria C. Santoro
@CoquitoSantoro
¡La humildad y el sacrificio pagan!
David Peralta es un atleta digno de admirar, esos que no se rinden y dan lecciones de vida. Su primer equipo fue los Cardenales de St. Louis, organización que lo firmó como lanzador, pero a los 21 años de edad fue dejado libre luego de dos cirugías de hombro. Por lo que volvió a su natal Venezuela y decidió prepararse como jardinero para intentar no abandonar su sueño de ser grandeliga, aunque debía probar si competitivamente estaba a la altura y el mejor escenario fue la Liga Bolivariana de beisbol en su país, una torneo que se juega durante el verano.
Al entender que si podía funcionar el plan de jugar en una nueva posición tomó la decisión de volver a los Estados Unidos, donde se casó e inició a trabajar para lograr su objetivo. Debía trasladarse desde Florida donde se residencia hasta Texas para empezar a practicar, estamos hablando de unas 1500 millas de distancia, por lo que le tocó trabajar en un restaurante de comida rápida para poder costear la gasolina del viaje.
Simultáneamente, mientras veía acción en una liga independiente norteamericana, logró firmar un contrato con los Bravos de Margarita de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional para ver acción en el invierno.
En el 2013 mientras jugaba en la “Perla del Caribe” recibió la llamada de un scout de los Dbacks de Arizona para hacerle una prueba, pero no pudo ya que no tenía el poder monetario para viajar para solo realizar una prueba. A menos de un año el scout lo volvió a intentar y esta vez todo se dio sin problemas y a los dos meses de estar jugando clase A fuerte, llegó la que tanto esperó: El llamado a Las Mayores.
El “Tren de carga”, como es conocido por la fanaticada arizoniana, sabía que llegar no era suficiente y que no podía dejar de lado el trabajo que venía realizando, es más debía ser más fuerte aún para poder mantenerse en el tan anhelado roster.
Cinco años después Peralta se ha convertido en uno de los grandes referentes de los Cascabeles, además la pasada temporada consiguió el bate de plata un premio que tiene un valor muy especial para el venezolano que nunca se rindió.